28 de Marzo de 2016
Eran ya muchos días seguidos de madrugones (al día siguiente teníamos que levantarnos a las 4:00 de la mañana para coger el vuelo a Krabi), de no parar y de calor, así que hoy decidimos tomárnoslo con calma.
Si hay algo que casi todo el mundo hace en Chiang Mai, es ir a Tiger Kingdom: un lugar donde puedes tocar y hacerte fotos con tigres de todas las edades. Al igual que con los elefantes, sé que los pobres animales están todo el día drogados y no estoy de acuerdo con maltratar animales simplemente por poder hacerme fotos con ellos. Es por esto que descartamos esta típica excursión de nuestros planes.
Nos levantamos a las 9:00 y fuimos a desayunar a The Cat House, un sitio que estaba al lado, muy recomendado en los blogs de viajes y por Víctor, el dueño de nuestra Guest House.
Sinceramente, fracaso absoluto. No sólo porque fue el desayuno más caro de todo el viaje, incluso más que muchos almuerzos (230 Bath – 5.75 €, precio casi europeo), sino porque no nos gustó nada. Pedimos tostadas francesas con té, y pancake con lassy. Supongo que las harinas de allí deben ser diferentes, porque la masa era como integral, con trozos, de textura extraña y llenaba muchísimo. Le faltaba azúcar y el sabor no era especialmente bueno. Un desastre, así que yo NO lo recomiendo.
Con el estómago un poco perjudicado con tan contundente desayuno, nos subimos a la moto para visitar Doi Suthep. La carretera, aunque con cuestas, no era ni de lejos como la de Doi Inthanon, y había gente que incluso subía andando por un lateral de la carretera.
Cuando llegamos, no pude parar de reírme durante un buen rato al comprobar cómo le habían pintado las cejas a un pobre perro blanco. Eso sí, muy bien perfiladas.
Para llegar a Doi Suthep hay que subir escaleras, muchas escaleras. Puedes hacerlo por dos sitios: nosotros elegimos las de la derecha, que nos llevaban a un inmenso monje dorado, porque vi esta especie de… bicho; Miguel dice que era un dragón, yo digo que era un gusano con patas y cara triste.
Tras este primer tramo de escaleras, llega el siguiente, y el más conocido: son 209 escalones que fuimos contando por separado los dos, para no equivocarnos.
Tan concentrados íbamos contando escalones que nos saltamos este cartel y no lo vimos.
Sabíamos que la entrada costaba 30 Bath (0.75 €), así que cuando terminamos los escalones y llegamos arriba del todo, comenzamos a buscar dónde se pagaba, sin encontrar el sitio.
Para entrar hay que vestirse apropiadamente. Yo llevaba una falda que me ponía y quitaba en todos los templos y una camisa con mangas por el codo. Cuando empecé a vestirme, me tocó el día torpe y no atinaba. De repente tenía a dos turistas asiáticas ayudándome a vestirme.
Como no había modo de encontrar dónde se pagaba (nos lo habíamos dejado 20 escalones atrás), entramos a visitar el recinto en cuyo interior se encuentra la famosa estupa dorada.
Al igual que en Doi Inthanon, [modo sarcasmo: ON] el corazón se os encogerá por las impresionantes vistas que hay desde aquí… [modo sarcasmo: OFF]
Ya hemos comprobado que cuando llegas a un templo, lo mejor es recorrerlo entero. Todo el mundo se amontona en un único lugar, pero no visita el resto. Y es viendo todo el recinto como te empapas de la paz de estos lugares.
Ya vimos en los templos de Chiang Rai que los monjes tienen una relación muy especial con los perros. Aquí, incluso los llevan en brazos.
Aunque Doi Suthep es un templo muy bonito, después de llevar 8 días viendo templos, éste ya parece igual a los demás. Además, yo creía que el recinto era más grande y lo vimos en apenas media hora.
A la salida encontramos el primer sitio que ofrecía insectos fritos de verdad, cocinados. No vimos a nadie comprando y comiendo, pero al menos parece que no eran sólo para hacerse la foto.
Subimos a la moto en busca de las cataratas Monthathan, pero cobraban 100 Bath (2.50 €) por persona por entrar a verlas y además avisaban en un cartel que el caudal era muy bajo, así que decidimos no verlas.
Continuamos bajando y encontramos el cartel de las cataratas Huay Keaw. Como era gratis decidimos entrar, aunque ya nos avisaron las chicas de la entrada de que no llevaban agua. Y tanto… era una piedra seca. Es lo que tiene ir a Tailandia en esta época del año.
Ya habíamos visto los principales monumentos, aquellos llenos de gente, así que queríamos conocer los lugares más desconocidos que Chiang Mai podía ofrecernos. Volvimos a la moto, donde vimos que algunas tailandesas suben de un modo un poco particular a las motos, a la antigua usanza.
En busca de lugares diferentes en Chiang Mai, llegamos a Wat Umong (coordenadas: 18.780416, 98.951209). Sin duda, no era el típico templo: era una especie de refugio espiritual donde también hay que cumplir unas reglas de vestimenta muy estrictas. La entrada es gratuita.
La visita de este recinto la dividiría en varias partes.
Por un lado, la colección de carteles de perros en situaciones humanas, que me resultó un poco desconcertante.
Después, una enorme sala con pinturas. Una pena no saber qué había tras esas historias.
Por fuera pudimos dar un paseo entre budas de piedra.
En busca de una estupa que se encontraba en lo alto, pasamos por una serie de pasadizos subterráneos con figuras de Buda en su interior. La temperatura era mucho más agradable, pero el olor a incienso era tan intenso que a veces el ambiente se hacía irrespirable.
La estupa de piedra se erigía solitaria pero impresionante. Debía ser muy antigua.
Tras la visita de este recinto, vamos ahora al Templo de Terracota o Terracota Showroom (coordenadas: 18.78222, 98.98721). La entrada es gratuita.
Este recinto, a pesar de ser muy pequeño, me encantó: es un jardín lleno de figuras y murales de terracota.
Puedes tomar algo para relajarte en este paraíso en medio de la ciudad.
Actualmente está en proceso de ampliación, por lo que si vais a verlo dentro de poco, será más grande que cuando fuimos nosotros.
Era la hora de comer, así que buscamos algo entre los puestos cerca de la Guest House. No tuvimos suerte con los pinchitos que elegimos esta vez, no estaban especialmente buenos.
A mí me apetecía una sopa (sí, a pesar del calorazo, fíjate qué raro es el cuerpo humano). Entramos en un local a pie de calle, 100 % tailandés. El hombre nos dió una carta con las fotos de lo que tenía. Pedimos Noodle Soup with Chicken (sopa de fideos con pollo) y Crispy Pork with Rice (arroz con cerdo crujiente): todo muy bueno. La comida y el agua para beber sólo nos costaron 80 Bath (2 €) y terminamos llenísimos.
El calor apretaba de lo lindo, así que fuimos a entregar la moto (ya que teníamos que devolverla antes de las 19:00 y a esa hora estaríamos en el Night Bazaar).
Entre los dos días hicimos unos 275 km y gastamos sólo 155 Bath (3.87 €) en gasolina. Nos devolvieron la fianza, ya que al no querer dejar el pasaporte como garantía, había que dejar un depósito de 5.000 Bath (125 €) cuando alquilabas la moto, y nos fuimos al hotel.
Aprovechamos para dejar la maleta hecha para el día siguiente, y a las 18:00 fuimos al mercado de las flores, donde estaban empezando a recoger los puestos. Aún así, pude disfrutar de su colorido.
Pusimos rumbo al Night Bazaar o mercado nocturno. Era temprano, así que la primera zona de comida que encontramos estaba muerta. Aún así aprovechamos para probar uno de esos cocos que se veían por todos lados por 50 Bath (1.25 €, precio de turistas): no estaba mal, pero pensaba que estaría más dulce.
El Night Bazaar es un mercado nocturno en la calle, pero también había muchos centros comerciales abiertos donde poder entrar.
Cuando nos aburrimos de ver tiendas, comimos en uno de los centros comerciales donde tenían decenas de puestos que exponían la comida. Tú elegías lo que querías y te sentabas en la mesa. Miguel vio haciéndose a la parrilla un jugoso trozo de carne de cerdo, que pidió con arroz, y lo completamos con un par de pinchitos de los que ya conocíamos. Todo esto, más un Sprite para beber, fueron 115 Bath (2.87 €). De postre pedimos helados de mango y coco que nos salieron más caros que toda la cena: 130 Bath (3.25 €).
Como curiosidad, vimos que McDonald’s adapta la postura y el gesto de su payaso a las costumbres tailandesas.
De vuelta al hotel andamos por las calles más oscuras y vacías que habíamos visto hasta ahora, y aún así en ningún momento nos sentimos inseguros. He de decir que, al menos por donde nosotros nos hemos movido, nunca hemos tenido sensación de peligro o inseguridad; aunque como siempre, se recomienda hacer uso del sentido común y prestar atención allá donde vayas.
Nos despedíamos así de Chiang Mai. Al día siguiente nuestro vuelo a Krabi salía a las 6:35 de la mañana. Dejamos concertado con Víctor (el dueño de la Guest House) que vendría un taxi a recogernos a las 4:45 de la mañana para llevarnos al aeropuerto por 300 Bath (7.50 €). No era especialmente barato, pero a esas horas de la madrugada no había muchas más opciones.
Plano turístico de Chiang Mai, aquí.
Para ver más fotos de este día, pinchar aquí.
DÍA 10: CHIANG MAI – AO NANG (KRABI) – RAILAY
Si os ha gustado la entrada y os ha sido útil para organizar vuestro plan, agradecería mucho vuestra ayuda para el mantenimiento del blog.
