VILLANUEVA DE CAUCHE
Es la última de las «Villanuevas» que nos faltaba por ver. Buscando información encontré un dato que me sorprendió muchísimo: justo esta semana Villanueva de Cauche ha dejado de ser pueblo feudal.

Parece que estamos hablando de la Edad Media, pero hasta mediados de los 90 todavía había vecinos que una vez al año iban al Cortijo – Palacio de las marquesas de Cauche con una gallina bajo el brazo para abonar el diezmo por las casas que sus antepasados levantaron en torno a este edificio señorial para trabajar las tierras de los nobles.
Cuando las marquesas Carmen y Teresa de Rojas Arrese, sin descendencia, legaron la propiedad a su primo, el pago en especie pasó a mejor vida, pero la relación feudal se mantuvo al fijarse una renta anual de entre 12.000 y 20.000 de las antiguas pesetas. También se mantuvo con el euro, y así fue hasta que en 2005 los herederos del Marquesado formalizaron la compraventa de las parcelas con las 35 familias afectadas. Pagaron 90 euros por metro cuadrado, pero el único documento que tenían en su poder era un contrato entre particulares porque la realidad es que a efectos legales la propiedad seguía en manos de los antiguos patrones.
A partir de ahora ya no será así, una vez formalizada la cesión de los terrenos de las 72 viviendas de esta pedanía al Ayuntamiento de Antequera, el cual puso fin la semana pasada a un largo procedimiento administrativo aprobando el proyecto de parcelación de todas las fincas, lo que permitirá a sus dueños escriturarlas a su nombre.
Las calles Granada, Sevilla y Málaga son las únicas que discurren por una pedanía de tan sólo 65 habitantes.

Todo el pueblo gira en torno al Cortijo – Palacio de Cauche.

Data del siglo XVII y es Bien de Interés Cultural desde 1985 por lo que sorprende su pésimo estado de conservación.
En la torre de la iglesia encontramos cuatro epígrafes romanos del siglo II d.C. provenientes de la ciudad de Aratispi, que fueron incrustados en el siglo XVIII.

Aratispi fue poblado ibérico, más tarde fue ocupada por los romanos, cuyas ruinas se encuentran a menos de un kilómetro de Villanueva de Cauche.
Según Hübner, fue en 1731 cuando se colocaron las inscripciones en la torre.
La primera placa está dedicada al Emperador Trajano después de su muerte.

El segundo epígrafe es una inscripción funeraria de un aratispitano.

El tercero es honorífico y está dedicado por unos amigos a Marco Fulvio Seneción.

El último es también es honorífico, dedicada al Emperador Adriano.

(Más información en http://www.viajerosencortomalaga.com/index.html).
Encontramos a una amabilísima mujer que nos dejó entrar en el Palacio. Al entrar encontramos un típico patio andaluz recién encalado, según nos explicó la señora.

En la entrada al patio se encuentran los escudos de la familia.

Según parece, los «herederos» no se preocupan demasiado de este inmueble, y de ahí su mal estado de conservación.
También nos abrió la capilla, con espacio para varias filas de bancos.

Antiguamente, las marquesas no se mezclaban con el pueblo para escuchar misa, y lo hacían desde su zona reservada.

Hay que destacar el bonito artesonado de madera del techo.

Vimos un pequeño trono y nos explicó la mujer que el 3 de Mayo procesionan la imagen de su Cristo.

A pesar de ser pequeño, impresionaba la calidad de su tallado.

Visto el principal monumento del pueblo nos dispusimos a recorrer sus tres calles. En ellas encontramos edificios mejor conservados.

Y otros muy antiguos y posiblemente abandonados.

Al ser un pueblo tan pequeño, no tienen supermercado, sino una furgoneta que va una vez a la semana y les lleva todo tipo de suministros.

A pesar de lo pequeño que es, encontramos mascotas.

Es un pueblo con literalmente tres calles, pero la amabilidad de su gente y su historia lo convierten en un destino que recomiendo.
Para ver más fotos del pueblo, pinchar aquí.
COLMENAR
El pueblo nace en 1487 de la fusión de varios cortijos que pertenecieron a un vecino moro de la villa de Comares. Uno de ellos, llamado Colmenar por la abundancia de colmenas que en él había, terminaría dando el nombre a la villa. Sin embargo, los yacimientos localizados en algunos puntos del municipio atestiguan el paso del hombre por estas tierras desde la prehistoria. Tras la conquista de Vélez-Málaga por parte de los Reyes Católicos en 1487, la zona pasa a manos cristianas. En 1560 se procede al deslinde del término del entonces Señorío de Colmenar, y en 1777 se proclama la independencia del municipio.

Aparcamos la moto a las afueras del pueblo, en una calle con mucho aparcamiento (36.903033,-4.340566) y nos disponemos a visitar el pueblo.
Justo al lado hay una oficina de turismo ¡abierta! Así que entramos a por un plano. Salvo para tener un plano de tamaño grande en color, no merece más la pena. Comprendo que Colmenar sea un pueblo no muy grande, pero que una chica que trabaja en la oficina de turismo me diga que salvo la ermita no tiene nada que ver… me sorprendió. A cualquier persona que vaya le quitaría las ganas de ir.
Queríamos tomar la calle Zarza y los Parrales (calles estrechas y más de pueblo) para ir en busca de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, pero estaban en completamente en obras, así que tuvimos que ir a la otra alternativa: bajar por Camino de Málaga como propone el plano.
Bajamos por esta calle llena de bonitas macetas.

Esta calle desemboca en el monumento a Don Alfonso Medina. Según leemos en una de las placas: «Quiso dar prestigio y gloria a su pueblo natal, donando la totalidad de su fortuna para la educación y estudios de sus paisanos niños, para que las sobresalientes cualidades intelectuales no quedaran infecundas por falta de medios y ayudas sociales«. De ahí que aparezca en la estatua con un niño.

Aunque tuvieron muy poca vista colocando esa farola detrás…

Seguimos por calle Ñora y giramos para dirigirnos a la Plaza de España.

Allí, además del Ayuntamiento, se encuentra la capilla de San José, una pequeña y moderna capilla abierta al público.

Ahora iremos en busca de la Ermita Nuestra Señora de la Candelaria; para ello, nos queda por delante una interesante subida por una calle que irónicamente se llama Calle que Baja.

Desde abajo la vemos al acercarnos.

En el año 1700, nueve marineros canarios que viajaban frente a las costas de Málaga se vieron sorprendidos por una fuerte tempestad. Según cuenta una historia popular, los navegantes se encomendaron a la Virgen de la Candelaria al no poder dominar la embarcación. Los ocupantes del barco, finalmente, pudieron salvar la vida. En agradecimiento, erigieron la ermita del Santuario.

En el templo se encuentra una imagen a la que se le profesa una gran devoción en Colmenar.

Las obras, mejoras y remodelaciones de la ermita han sido numerosas a lo largo de los años. La obra original de la única nave se remonta al siglo XVII, aunque con profundas reformas del XVIII. El camarín es obra de 1719, la nave tiene el techo plano desembocando en un presbiterio cuadrado con bóveda semiesférica sobre pechinas aveneradas en uno de los lados y encajada en el testero del altar.
No pudimos ver más detalles de su interior ya que unas rejas cierran el paso y sólo se puede ver desde la puerta.

La fachada muestra un gran arco de medio punto y una airosa espadaña con tres arcos. Sobre la propia imagen de la Virgen de la Candelaria se considera que es una escultura de la escuela granadina del primer tercio del siglo XVII, pero muy restaurada como consecuencia de la guerra civil.

Desde aquí tenemos unas fantásticas vistas del pueblo.

A sus espaldas encontramos una original escultura metálica en honor a los caídos en la Guerra Civil.

Y un mirador desde el que se ve Riogordo y a la derecha la Maroma.

Bajamos por calle Ermita, y aunque no vine en el plano, encontramos un curioso edificio blanco. Al preguntar a los vecinos me dicen que es una bodega y que lo lleva siendo desde siempre.

Llegamos a la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, cerrada, como suele ser habitual en las iglesias.

El actual templo parroquial parece que fue construido a principios del siglo XVII y agrandado unos 16 años después, siendo costeado por el pueblo y el obispo malagueño.

Esta parroquia fue considerablemente más rica; la guerra civil española y la falta de cuidado e interés por las piezas artísticas y de valor contribuyeron a la perdida de retablos de cierto valor artístico y a la mayoria de los bienes de plata. Actualmente en esta parroquia se esta realizando una profunda reforma.
Justo al lado encontramos los Jardines de Palacio.

La calle en la que se encuentra la iglesia me llamó mucho la atención por el muro de sujeción de la misma, respetando las piedras.

Bajamos, siguiendo la ruta marcada por el mapa, por calle Mirasierra y Corralón, dos calles con escaleras y distintas a lo habitual.

En este punto ya hemos terminado de ver lo principal del pueblo, así que nos dedicamos a pasear por sus calles buscando las hornacinas. La mayoría no vimos su interior por estar nublado, y otras no las respetan demasiado (cayendo cables encima o alrededor).

Pasamos por la Plaza Pescadería y volvemos de nuevo a la moto.

Me voy con la idea de que este pueblo tiene más que «la Ermita» para visitar… y donde podemos encontrar rincones con mucho encanto.

Os dejo con las mascotas del pueblo.

Si os ha gustado la entrada y os ha sido útil para organizar vuestro plan, agradecería mucho vuestra ayuda para el mantenimiento del blog.